Cuando vengan a
buscarme
para ir al baile de
los cojos,
diré que no uso
muletas,
que mis piernas están
intactas.
Con dos hachazos
estaré listo,
con dos muletas iré
remando,
y cuando entre por esa
puerta
me pondrán una coja en
los brazos.
Y cuando nadie lo
espere,
a las dos de la
mañana,
vendrá el verdugo de
los cojos
para que no queden
rastros.
Los poetas suelen hallar la simiente de su voz en los labios de otros poetas. Las palabras ajenas, distantes, señeras, nos desprevienen por un camino hirsuto, hecho peldaños por los que el poeta quiere ascender a su propia existencia.
Cuando un poeta calla resiste, pero este silencio no es más que un grito, un discurso incrustado de soledades, fidelidad, estoicismo devuelto al laberinto de la palabra para dotar de un clamor fijo a su existencia.
El poeta es un ser de soledad, un hombre común que suele mirarse en los ojos del otro con cierto cinismo, pues se arroga la oportunidad de no creer en los espejismos del futuro, sabiendo que su verdad puede significar muy poca cosa, nada, en comparación con la verdad de cierta mayoría.
El tiempo suele burlarse del presente, afincar su orgullo y legitimidad en cegar las tornas, haciendo visible lo invisible, fundando una certeza imposible, que irá fijándose con el paso del tiempo.
Hablar, pensar, y vivir escribiendo para un mismo, para su conformidad y no la de los hombres, nos acerca a una soledad y silencio inherentes a la buena poesía.
Cuando un poeta calla resiste, pero este silencio no es más que un grito, un discurso incrustado de soledades, fidelidad, estoicismo devuelto al laberinto de la palabra para dotar de un clamor fijo a su existencia.
El poeta es un ser de soledad, un hombre común que suele mirarse en los ojos del otro con cierto cinismo, pues se arroga la oportunidad de no creer en los espejismos del futuro, sabiendo que su verdad puede significar muy poca cosa, nada, en comparación con la verdad de cierta mayoría.
El tiempo suele burlarse del presente, afincar su orgullo y legitimidad en cegar las tornas, haciendo visible lo invisible, fundando una certeza imposible, que irá fijándose con el paso del tiempo.
Hablar, pensar, y vivir escribiendo para un mismo, para su conformidad y no la de los hombres, nos acerca a una soledad y silencio inherentes a la buena poesía.
EN EL ENTIERRO DEL HOMBRE COMÚN
A Raúl Luis
Cuando un entierro con dos máquinas solas
pasa y nadie se fija, yo tiemblo, me estremezco,
palpito; siento miedo de ser un hombre.
Pero me sobrepongo.
Algo muy importante acaba de suceder en el mundo
y empiezo a tararear el himno nacional.
A estas alturas mi corazón no puede más.
Había seguido con la vista el entierro.
De pronto echo a correr,
me reúno con los que están junto al hoyo,
tomo valor yo también para dejar caer el terrón.
Ese muerto es para mí el triunfo de la especie,
ese muerto anónimo que fue el alma del combate
sin embargo,
pero, ahora,
ese muerto solo:
sin más victoria que el silencio.
Y lloro militarmente en la tumba de mi único general.
pasa y nadie se fija, yo tiemblo, me estremezco,
palpito; siento miedo de ser un hombre.
Pero me sobrepongo.
Algo muy importante acaba de suceder en el mundo
y empiezo a tararear el himno nacional.
A estas alturas mi corazón no puede más.
Había seguido con la vista el entierro.
De pronto echo a correr,
me reúno con los que están junto al hoyo,
tomo valor yo también para dejar caer el terrón.
Ese muerto es para mí el triunfo de la especie,
ese muerto anónimo que fue el alma del combate
sin embargo,
pero, ahora,
ese muerto solo:
sin más victoria que el silencio.
Y lloro militarmente en la tumba de mi único general.
CANCIÓN PARA LOS DOS
Eres tan frágil
que me gustaría
darte la comida
yo mismo,
lavarte la cabeza
yo mismo,
con una mano muy limpia
peinarte
yo mismo
y de ser posible
(si se pudiera),
morirme en tu lugar.
que me gustaría
darte la comida
yo mismo,
lavarte la cabeza
yo mismo,
con una mano muy limpia
peinarte
yo mismo
y de ser posible
(si se pudiera),
morirme en tu lugar.
Oh extraña
flor desvalida,
criatura que hasta el viento
de una tarde azul
pudiera arrastrar,
y sin la cual
ya voy siendo
bastante menos
que
nada.
flor desvalida,
criatura que hasta el viento
de una tarde azul
pudiera arrastrar,
y sin la cual
ya voy siendo
bastante menos
que
nada.
EL AGRADECIDO
A Nati Revuelta
Toda mi vida ha sido un desastre
del que no me arrepiento.
La falta de niñez me hizo hombre
y el amor me sostiene.
del que no me arrepiento.
La falta de niñez me hizo hombre
y el amor me sostiene.
La cárcel, el hambre, todo;
todo eso me ha estado muy bien:
las puñaladas en la noche,
y el padre desconocido.
todo eso me ha estado muy bien:
las puñaladas en la noche,
y el padre desconocido.
Y así de lo que no tuve
nace esto que soy:
bien poca cosa, es verdad,
pero enorme, agradecido como un perro.
nace esto que soy:
bien poca cosa, es verdad,
pero enorme, agradecido como un perro.
Rafael Alcides habla sobre la Belleza
MARGINALIA:
Su obra ha alcanzado el más alto galardón a que puede aspirar un poeta: a la
trascendencia otorgada por el reconocimiento de cientos de lectores de su
país…, sin embargo, poco divulgado aún en el exterior, sigue siendo uno de esos
poetas rodeados por el silencio y el propio misterio de su vida. Rafael Alcides
nació en 1933. Entre otros poemarios ha publicado La pata de palo (1967), Agradecido
como un perro (Premio de la crítica, 1983), Y se mueren, y vuelven, y se mueren (1988), Noche en el recuerdo (1989) y Nadie (1993). Un caballo, dos hombres y una mujer (1986) es una muestra de su
producción novelística. Reside en La Habana. Es uno de los mejores poetas
cubanos vivos en el fin de siglo.
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