La poesía nos hace
tocar lo impalpable y escuchar la marea del silencio cubriendo un paisaje
devastado por el insomnio.
El escritor debe
soportar la soledad, saberse un ser marginal. Que los escritores seamos
marginales es más una condenación que una bendición.
Para mí la poesía y el
pensamiento son un sistema de vasos comunicantes. La fuente de ambos es mi
vida; escribo sobre lo que he vivido y vivo.
Octavio Paz
Una de las voces poéticas residentes en Cuba, que me
resultan más inquietantes es Francis Sánchez. Entiéndase Inquietud como la
constante atención que despiertan unos versos de intensidad casi sobrehumana,
cuyo esplendor cognoscitivo, y experiencia vital, estallan de continuo entre
los retazos que intento preservar en mi memoria poética
También es uno de los menos atendidos (entendidos)
por lo que suele llamarse crítica, y no es más que una manada de lechuzas
petulantes y facinerosas, que nada entienden de poesía limitándose a envidiar
con silenciosa mezquindad el don profético y desgarrador de cada palabra,
escrita, dibujada, impresa, por la mano segura del poeta.
Mano impulsiva, retadora, tenebrosa, y hasta desgarrante
(sí, así mismo, soltemos aquí la palabreja); que no se confina a explorar en
sus textos un camino formal apenas desbrozado anteriormente por los discursos
poéticos de la isla, desde el dialogo con la tradición hasta el emplazamiento
definitivo de la modernidad; sino que transgrede ese espacio temporal, para
aligerar su propia carga de afectos y desencuentros sensitivos, todo cuando aqueja
y lastra su experiencia.
Poeta que sobrevive sin artificios ni florituras,
que llega por su propio valor al enfrentarse al miedo y a la palabra, a los
silencios que la humanidad tiende a colocar en su camino, para acallar el canto
desgarrador de su alma herida, dilatando la muerte.
A esto nos conducen los versos de Francis Sánchez, a
un combate total entre la imagen del Albatros en Baudelaire y el espacio
contenido en los laberintos formados entre El Cementerio Marino de
Valery, o La Tierra Baldía de Elliot. Sin apartarnos del reclamo impuro
de Altazor o de la escapada lírica de Rimbaud. Legándonos una figura
retórica intangible, no identificable con algún sujeto en particular, sino que
multiplicada en la negación de su propia existencia.
Hoy visito su casa literal.
Hoy invito a leer su poesía.
Hoy comparto su titánica experiencia.
SI PUDIERA COMO TÚ, JUANA
¿Cuál guirnalda espera la sabiduría humana
si ve la que obtuvo la divina?
J. Inés de la Cruz
¡Pero no me preguntes lo que duerme
bajo el sudario de la sombra muda…!
J. Borrero
Si pudiera como tú, Juana, bañarme todo el tiempo
en la inmanencia del azul, contemplar que se callan
los orbes del reposo.
Si cargara bajo mi piel efímera, como la rueda de
un molino ese anteojo que se alarga a través del
silencio. Y si hurtara mínimos bordes a los sueños
—praderas donde persigues pirámides solares
devenidas en coros—, si una sombra, al menos una
supiera pasar por el hueco de mi mano.
Pero no. Debo expirar todavía más.
Fui capaz de huir dejando desamparadas las luces que
me agigantaron contra la pared del fondo.
He recogido los brazos en la cruz, torpe, alrededor
del himno y el escozor que otros merecían.
Eludí el desfile portentoso de los fuertes.
No alcé mi cabeza, en bandeja de plata, para brindar
por la victoria.
En la exacta ordalía de cada vuelo encuentran los
elegidos mi grano de rigidez.
Si pudiera lo apostaría todo. Mi ventana, y con
ella el tiempo de un Dios escandaloso. Todo.
Cuando era solo una niña, y aleteando siempre en
un mismo rayo invisible esperabas con quien permutar
las palmas de las manos, tus cabellos, tu pecho,
un signo frágil como el aire…
MÚSICA DE TRASFONDO
No
grites desde lejos, Alejandra, vas a intentar sin querer un lazo con tus
párpados, para levantar la aguja del disco.
Nuestra
huella de agua sobre la mesa está sobreviviendo al rostro. Acércate desde
adentro con toda la rabia de lo que no nos pertenece.
A esta
hora vaciaré en el polvo de las cortinas mis carnes negras como cien pájaros
volando, y tendrás que enseñarme una acequia entre las uñas de doble raíz. Una
perversa estrella de lata entre los cabellos sin peinar, así de fácil, algo por
lo que valga la pena mentir, y buscar el fiel de una balanza en el silencio
puro como vidrio molido. si no se te ha rajado la mano al tomar las piedras de
mis ojos, deja fluir esa música vegetal, vamos a girar en un solo paso hasta
que se nos abra la vergüenza y podamos caer libremente en los contornos, un
oscuro óxido a través del deseo, sin miedo a no tener qué ámbar rayar con
nuestro dolor, qué explicaciones ponernos para salir del baño a la sala, al
azúcar en el café, a las miradas de los perros, y yacer desahogadamente entre
esos almohadones como aves domésticas.
Deja
que la aguja del silencio se deslice por la isla de nuestra lengua.
Aparta
tus ojos de tu mirada propia, atiende a esta navaja que gime y se enrosca entre
tus pies fríos.
Porque
es un animal venido de este mundo, debes andar y decirle a todos que crees en
los milagros por omisión. Míralo. Déjalo jugar con los restos de aquel velero,
cómo respira a través de mis poros y mis manos vacías.
Entrevista a Francis Sánchez
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