martes, 3 de julio de 2018

Carpe Diem (I): Violeta


¡Infancia! ¡Campo verde, campanario, palmera,
Mirador de colores: sol, vaga mariposa
Que colgabas a la tarde de primavera,
En el cenit azul, una caricia rosa!




Hace un tiempo los jardines del Central Violeta estaban llenos de esta flor... siempre que me la encuentro... en cualquier extremo de la geografía... me transporta al tiempo que recuerdo con mayor nostalgia... por ser un tiempo feliz... como lo es esa palabra en mi memoria... VIOLETA...
Hoy quiero compartirles un fragmento de mi novela El libro de Ithiel que transcurre en aquel central de la memoria y el recuerdo… y que seguro emocionará a más de un violetero… espero que la disfrutéis…




El libro de Ithiel
(Fragmento)

Acabo de darme cuenta de algo imperdonable: tanto el hombre que escribe este libro como yo hemos querido hablarte de muchas cosas, pero se nos han quedado sin decir algunas que no podríamos olvidar; entre ellas, por ejemplo, cómo es el pueblo en que vivo y dónde ocurre casi toda esta historia: Violeta.

Porque mi pueblo tiene nombre de flor: Violeta. Y entre las casas y las aceras hay muchas violetas sembradas. En los portales, en grandes macetas; en las terrazas, colgando de vasos o recipientes plásticos; en los parques, en canteros de tierra esponjosa, rodeados por lajas de piedras. Hay violetas en cada rincón de Violeta, y embelesos, buganvillas, amapolas, almendros, laureles, palmas, y otras flores, y otros árboles, que adornan las calles del central, llenas de trozos de caña machacados por las ruedas de los camiones.

A veces me entretengo mirando los muros gastados de los viejos edificios, me embarro los dedos en el musgo que los cubre, antes de quedarme contemplando cómo se mueven al viento las ramas de los helechos que brotan por encima de mí, afincados en el hueco de un ladrillo suelto o carcomido por el agua. Otras veces me pongo a contar los vagones de los trenes cargados de caña, o investigo la forma en que caen las volutas de paja quemada que traen los vientos de la tarde y lo tiznan todo.

Porque así es Violeta: pequeño y tranquilo, con el ajetreo de la zafra y los pitos del central anunciando los cambios de trabajadores, que son también las horas de irse a dormir, de almorzar los chícharos espesos de mi abuela Aurora, o comer el arroz con pollo ensopado que hace mi tía La Loca, con chicharritas y ensalada de tomates.

Tome nota usted de ello, Señor Escritor. No se ponga a inventar cosas ni a creerse lo que diga otra gente. Limítese a la verdad; y nosotros, el Ithiel de ayer y el de hoy, lo dejaremos tranquilo; para que cuente, hasta los pensamientos que rondan esa cabeza despeinada del niño o niña (de cualquier edad), que ahora mismo está leyendo nuestra historia.



MARGINALIA: Embeleso... ese es el nombre de esta flor que tanto nos devuelve a nuestro añorado tiempo de aquella infancia que solo podemos recuperar en la memoria pues ya el paisaje del lugar no es el mismo... ni el tiempo vuelve para serlo que fuimos... /El embeleso  es un arbusto trepador o colgante. Debido a la similitud entre sus flores y las del jazmín, es por lo que en algunas zonas lo llaman "jazmín azul". /Las flores crecen en espigas al final de las ramas. La especie más pura tiene unas bonitas flores azul celeste. Otras variedades tienen flores blancas y escarlatas. /Gracias a la Tita Marielena por saber cómo se llamaba la flor, y a mi prima Marilis Regueiro el hallazgo del nombre científico de la planta