viernes, 22 de abril de 2016

A propósito del Día Mundial del Libro


INVITACIÓN A LA LECTURA (I)




Mi abuela, que solía tener en el mismo altar a Cristo, Martí y su venerado Changó transcrito en Santa Bárbara, hubiera podido resumir su fe de vida con la frase de Jorge Luis Borges donde advierte que: De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; pues todos los demás son extensiones de su cuerpo... Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria. Éste fue el legado que infundió entre sus hijos y nietos: la necesidad, y el placer, de tener buenos libros, de leer; y de buscar en ellos la verdad.

Por eso crecí con libros y los amé desde el primer momento, y más allá del contenido me invade el cariño y el respeto por el objeto, ahora que somos testigos privilegiados de un tiempo de cambio y búsqueda de nuevos soportes para la creación artística. Un tiempo de impase se aprecia en la literatura, en sus múltiples exploraciones creativas y diferentes formas de llegar al lector, que ha despertado, o renacido, el amor al libro como objeto, ante los augurios que hablan de su desaparición.

Creo en los libros, siempre voy a tener fe en ellos, en su poder infinito de sanar y construir, de forjar valores y fundar un concepto humanista, una proyección del mundo donde un hombre no sea mejor que el otro hombre, donde una tierra no valga más que otra. Por eso Me parece bien que los libros estén allí en la calle, al paso de cada lector, al decir de Sábato, dispuestos a ser escogidos, a dejarse leer con paciencia, a permitirnos soñar con la libertad y un futuro donde el culto principal sea el respeto a la dignidad del hombre.

En eso debiéramos pensar los hombres, independientemente de nuestro oficio o vocación. Porque el escritor no debe andar por el mundo creyéndose mejor que el arroyo o el viento que baja de la montaña, y no tiene más derecho que la piedra o el árbol, aunque sea al mismo tiempo: árbol y piedra, viento y agua. El escritor es también un obrero, un artista; su oficio son las palabras, y con ellas debe hacerse a sí mismo, debe aprender a edificar el universo de paz y amor que necesitamos. Ese es su lugar en la tierra.

Leer es andar, y un escritor es alguien que ha leído y andado bastante, por eso debe conocer de los misterios de la vida y ver un poco más allá del corto infinito que vislumbran otros hombres, que han leído poco, o nada han querido leer. Debemos aceptar al escritor, reconocerlo como ciudadano de muy diversas patrias; pero también el escritor debe aceptar a los otros hombres, intuirlos con humildad y sencillez, para que ambos puedan ser un colectivo sólido y lleguen a, como decía Ricardo Piglia: leer la literatura con fe, es decir, como modelo de vida, como un oráculo personal.

La lectura es uno de los bienes fundamentales del hombre; los libros el modo más fecundo de animarlo. La literatura es un don necesario para comprender al mundo, y para que el mundo conozca que nos resistimos a perder la esperanza en su mejoramiento. Quien lee aprende a pensar y será el pensamiento quien lo haga libre; pues, aunque la literatura no tenga todas las respuestas, nos servirá siempre para mantener despiertas las preguntas, y eso en fin, le confiere valor suficiente.

Tenemos un mundo que cambiar, y podemos hacerlo con el arma más pacífica que existe: el libro; un arma que es como el viento y como la poesía, que revela al hombre la verdad sobre sí mismo y está repleta de porvenir. Escritores, libreros y lectores, somos la milicia del intelecto, los soldados de una vida por hacer y que algún día será evocada como la victoria mejor, la única batalla posible, ganada en todos los campos del pensamiento humano.

Hoy invito a leer. Hoy convoco a no dejar que los libros mueran. Hoy propongo salvar, con un solo gesto, el acto más heroico del hombre: su amor a la lectura; compartiendo estas frases entresacadas de la obra más universal de la literatura española….



El agradecimiento que sólo consiste en el deseo, es cosa muerta, como es muerta la fe sin obras.
El año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre.
El amor junta los cetros con los cayados; la grandeza con la bajeza; hace posible lo imposible; iguala diferentes estados y viene a ser poderoso como la muerte.
El andar tierras y comunicar con diversas gentes hace a los hombres discretos.
El hacer el padre por su hijo es hacer por sí mismo.
El mayor contrario que el amor tiene es el hambre y la continua necesidad.
El mejor cimiento y zanja del mundo es el dinero.
El pobre está inhabilitado de poder mostrar la virtud de liberalidad con ninguno, aunque en sumo grado la posea.
El que esta para morir siempre suele hablar verdades.
El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.
El retirar no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja a la esperanza.
El sueño es el alivio de las miserias para los que las sufren despiertos.
El valor reside en el término medio entre la cobardía y la temeridad.
En el arte de la marinería más sabe el más simple marinero, que el mayor letrado del mundo.
En la lengua consisten los mayores daños de la vida humana.
El ver mucho y leer mucho aviva los ingenios de los hombres.

MARGINALIA: No solo una invitación a la lectura, querría hacer de este post también, un reconocimiento por quienes, en este día, participan de las lecturas públicas de varios pasajes de esa gran obra que es El Quijote, un digno homenaje al 400 aniversario de su autor: Don Miguel de Cervantes y Saavedra.






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