Prévert en un café de París |
Uno de los hallazgos más afortunados que he tenido en los últimos tiempos es la poesía de Jacques Prévert. Un poeta cuya obra desclasifica esos constantes preceptos de que la poesía no vende o no es popular, y si lo hace es porque no es buena. Prévert fue un poeta popular. Aunque nos parezca imposible fue un best-seller en poesía, y sin renunciar a la trascendencia que en literatura resulta lo más importante o meritorio.
Volver sobre los textos de este francés nos conecta con el discurso de un sujeto invencible, sin pretensiones vacuas de aristocrático espíritu, pero con la firmeza de quien ha comulgado humildemente con la transparencia, ese hálito puro que llena de obscuridad cualquier verso; y que fue presente desde su prístino Intento de descripción de una cena de máscaras en París, Francia.
Guionista (libretista más bien) de cine, autor de canciones, pacifista, enamorado de la vida en su máxima expresión, Jacques Prévert no fue beneficiado por la mirada de los críticos y exegetas de la poesía francesa de su tiempo, como quizás lo fueran Eluard, Valéry o Claudel.
No le perdonaron su popularidad, el rompimiento con Breton, ni la distancia que delimitó hacia los comunistas desde su hostilidad contra toda forma de opresión social. Los franceses en literatura siempre bregan hacia las izquierdas, aunque prefieran vivir la vida en la derecha.
Quizás Prévert fue popular, y es inmenso, por su fluidez, el espíritu bohemio que siempre agradece quien añora París, o el eterno cigarrillo en la comisura de sus labios. Ese cigarrillo que conecta con la voz eterna de Edith Piaff y las brumas de un puerto que trasciende en el celuloide.
A mis ganas de entender el diálogo de un poeta con su poesía, yo atiendo al poeta en su obsesión por ser el pueblo y trascender con su esencia. Me conecto con aquellos textos suyos que gozan de aprenderse los estudiantes franceses, como repiten los de Villon, o los de Rimbaud, porque aun se les escucha susurrar a nuestro oído.
No hay mejor lectura, para entender la inmensidad de Jacques Prévert, que este diáfano texto donde parece explorar la dimensión rotunda de un haiku, o que describiera un grabado chino de la dinastía Tang.
Yo no dejo de sorprenderme ante él, y lo escucho, lo leo, lo vivo, evocando una pieza mínima de esa voz absoluta que es Alejandra Pizarnik, quien seguro conocía el texto de Prévert, tal vez en la voz de Cortázar, y que lo llevó dentro de sí, lapidariamente, al decir: la jaula se ha vuelto pájaro.
Pero eso ya sería otro poema por escribir, un instante en el cual pensar. Ahora dejemos que alguien nos sirva el buen café, encendamos un cigarrillo y dejémonos acompañar por el poeta que nos enseña como dibujar un pájaro.
PARA HACER EL RETRATO DE UN PÁJARO
Pintar
primero la jaula
con
la puerta abierta
pintar
después
algo
gracioso
algo
simple
algo
hermoso
algo
útil
para
el pájaro
apoyar
después la tela contra un árbol
en
un jardín
en
un montecillo
o
en un bosque
esconderse
tras el árbol
sin
decir palabra
sin
moverse…
A
veces el pájaro aparece al instante
pero
a veces puede tardar años
antes
de decidirse
No
desalentarse
esperar
esperar
si es necesario durante años
la
prontitud o la demora en la llegada del pájaro
no
guarda relación
con
la calidad del cuadro
Cuando
el pájaro aparece
si
aparece
observar
el más profundo silencio
aguardar
a que el pájaro entre en la jaula
y
una vez que haya entrado
cerrar
suavemente la puerta con el pincel
después
borrar
de uno en uno todos los barrotes
con
cuidado de no rozar siquiera las plumas del pájaro
Reproducir
después el árbol
cuya
más bella rama se reservará
para
el pájaro
pintar
también el verde follaje y la frescura del viento
el
polvillo del sol
y
el zumbido de los bichos de la hierba en el calor
del
verano
y
después esperar que el pájaro se decida a cantar
Si
el pájaro no canta
mala
señal
señal
de que el cuadro es malo
pero
si canta es buena señal
señal
de que podéis firmar
Entonces
arrancadle suavemente
una
pluma al pájaro
y poned
vuestro nombre en un ángulo del cuadro.
MARGINALIA: Jacques Prévert nació el 4 de Febrero de 1900. En 1925 se incorporó al Movimiento Surrealista, aunque luego terminó siendo, junto con Paul Eluard y Antonin Artaud, uno de sus desertores. Sus poemas fueron muy populares en la época de la posguerra. Además de Palabras escribió Espectáculo, Historias y Cuentos para niños traviesos. También se constituyó uno de los guionistas franceses más importantes de la época, entre sus películas se destacan: El muelle de las Brumas, Sombras del paraíso, Los amantes de Verona y Las Puertas de la noche. Compuso además las letras de varias canciones popularizadas por Yves Montand, Juliette Greco y Edith Piaf, entre ellas la famosa Las hojas muertas. Murió el 11 de Abril de 1977.
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